06/10/2021
Los conceptos de estética puramente japoneses conforman unos ideales de belleza que permean la vida de los japoneses. Se encuentran, evidentemente, en las artes tradicionales, pero también en el modo de comprender y disfrutar de la vida.
Estos ideales surgieron a partir de la combinación de las dos religiones más influyentes del país. El sintoísmo, por un lado, aportó su amor y respeto por la naturaleza. Por otro lado, el budismo —y especialmente el budismo zen— fomentó asociar la imperfección de la naturaleza con la belleza.
Estos conceptos, en ocasiones brutalmente opuestos a la estética occidental, buscan dar respuesta a una pregunta íntimamente ligada a la experiencia humana: ¿qué es la belleza?
Asimetría e imperfección
El concepto de wabi-sabi es quizás uno de los más conocidos dentro de los ideales de estética japonesa. Se basa, principalmente, en la belleza de la imperfección y de las cosas mundanas, considerando la asimetría o aquello incompleto como algo bello.
Por ejemplo, los cuencos tradicionales de cerámica raku destacan justamente porque no son simétricos. No son “perfectos” (bajo nuestro punto de vista occidental, donde la simetría y el equilibrio rigen la belleza) y nos parecen “toscos”. Los contornos no son refinados e iguales, algunas partes pueden ser más rugosas y casi puede parecer que tienen “defectos”. De hecho, hasta es muy posible que encuentres la marca de las manos del artesano. Y en esa imperfección se encuentra, justamente, la belleza.
Muy relacionado con esto es el concepto de shibui, la belleza de la sencillez. Una sencillez que, en muchos casos, sólo es aparente porque ha sido buscada, estudiada y muy controlada. Pero para los japoneses lo bello es aquello que parece simple.
Sutileza e insinuación
El concepto de yugen, traducido a menudo como la belleza de la sutileza, es otro de los pilares de la estética japonesa. Para los japoneses, la belleza se esconde en aquello que se insinúa y se sugiere de manera profunda pero a la vez sutil y misteriosa.
Dentro de este ideal, destaca otro concepto de gran importancia para las artes: el concepto de miyabi. Traducido comúnmente como la belleza de la elegancia y el refinamiento sutil, a través de este ideal se busca insinuar, es decir, mostrar sin explicitar, porque ser claro y directo sería ser rudo y vulgar.
Y quizás de aquí proviene el ideal del iki, la elegancia sensual que ejemplifican las geishas. Estas mujeres, poseedoras de un gran conocimiento de las artes tradicionales japonesas, son un ejemplo vivo del poder de la insinuación.
Caducidad e impermanencia
El concepto de mujo, otra idea estética importante, se suele traducir como la belleza de la fugacidad y la conciencia de impermanencia de las cosas. Este concepto está íntimamente ligado al budismo que entiende que toda existencia está sujeta al cambio.
Muy relacionado con este ideal, otro concepto conocido de estética japonesa es el mono no aware, la capacidad de sentir y de conmoverse, esa sensibilidad especial o empatía que los japoneses sienten por lo efímero. Un sentimiento de profunda melancolía pero también de admiración y aprecio por la belleza caduca y el paso del tiempo.
El ejemplo más conocido de ese amor por lo fugaz y lo efímero es la apreciación que los japoneses sienten por el sakura, la efímera flor del cerezo. O por el arte del ikebana, el arreglo floral, que de por sí es un arte efímero y caduco.
Al final, la estética japonesa tiene conceptos que nos hablan de la capacidad de conmoverse, de la belleza de las cosas mundanas. Pero también del refinamiento sutil, la insinuación o la fugacidad e impermanencia de las cosas.
Gracias a todo ello los japoneses pueden establecer con claridad qué es bello y qué no. Y seguramente lleguen a conclusiones diferentes que las nuestras, claro.
Este post es fruto de la colaboración con el blog de cultura japonesa Japonismo Texto y fotos: © Luis Rodríguez y Laura Tomás.