16/12/2021
Las cuatro estaciones del año, llamadas kisetsu en japonés, no son sólo un mero concepto meteorológico en Japón, sino que además tienen una gran importancia cultural.
Muchísimos festivales y celebraciones, así como demostraciones artísticas, objetos de decoración y productos y preparaciones varias giran alrededor de las cuatro estaciones.
El paso cíclico del tiempo
A pesar de la industrialización y la modernización, Japón sigue sintiendo la influencia de las cuatro estaciones que, sin duda alguna, rigen el estilo de vida de los japoneses.
Y es que para los japoneses, el paso del tiempo es cíclico. Así, disfrutar de lo mejor que nos ofrece cada estación es una característica básica de la vida japonesa y que podemos ver en multitud de objetos y festividades.
Primavera
La llegada de la primavera se celebra con la floración de los ciruelos y especialmente con la de los cerezos. La contemplación de la efímera belleza de los cerezos en flor está muy ligada a ese concepto estético del aware… y todo Japón se transforma para disfrutarlo al máximo. Paseos y picnics bajo los cerezos en flor y comidas y bebidas especiales son un must en esta época.
El inicio de la primavera lo marca la festividad del setsubun, durante la cual se lanzan judías para ahuyentar a la mala suerte y se comen eho-maki, rollito de sushi de la fortuna. Y el final de la primavera lo marca el día de los niños, cuando los pueblos y ciudades del país se engalanan con carpas koinobori para rezar por la salud y la prosperidad de los más pequeños. Durante ese día, se comen pastelitos de pasta de arroz glutinoso (llamados chimaki y kashiwa-mochi) para alejar a los malos espíritus.
Verano
Tras la temporada de lluvias (tsuyu) y la floración de las hortensias, llega el verano, muy caluroso y húmedo, pero los japoneses disfrutan al aire libre de grandes festivales (matsuri) e increíbles espectáculos de fuegos artificiales (hanabi). De hecho, la imagen de los fuegos artificiales, que grandes artistas de los grabados han plasmado en sus obras, es sinónimo de verano. Para refrescarse, los japoneses comen fideos fríos o disfrutan de comida tradicional en terrazas sobre los ríos.
Otoño
El verano se aleja con los tifones que llegan al país entre agosto y septiembre. Y el final del verano lo marca la luna de la cosecha, la primera luna llena del otoño (normalmente a finales de septiembre o principios de octubre), momento en el que los japoneses disfrutan del tsukimi: toman pastelitos de arroz glutinoso mientras observan la luna, supuestamente una de las más bellas del año.
Pero quizás una de las características más llamativas del otoño es el koyo o momiji, el cambio de color de las hojas. La silueta de una hoja de arce roja es, sin ningún tipo de duda, sinónimo de otoño.
Invierno
A mediados de noviembre se celebra la festividad del Shichi-go-san, dedicada a la salud y prosperidad de los niños y niñas de 3, 5 y 7 años. Y con ella, llega el momento de dejar atrás un año y abrazar el cambio de año.
Los japoneses acuden a los mercadillos Tori-no-Ichi de fin de año para comprar amuletos para el año que entra, porque, de hecho, la festividad del Año Nuevo es una de las más importantes del calendario japonés y el país parece detenerse durante los días de esta festividad. Los estofados y la manta eléctrica (kotatsu) son auténticos símbolos de esta estación.
Y en cuanto la nieve comienza a fundirse, vuelven a florecer los ciruelos… y vuelta a empezar.
Detalles estacionales
La importancia que los japoneses dan al paso de las cuatro estaciones está presente en multitud de momentos y lugares: desde la decoración del hogar a poesía, gastronomía, ropa tradicional, etc.
Por ejemplo, en la casa tradicional japonesa existe un espacio, en el salón principal, para la contemplación de la naturaleza y su belleza estacional. Se trata de un rinconcito, llamado tokonoma, donde se suele colocar un arreglo floral (ikebana) con flores de temporada y alguna pintura en tinta china (sumi-e) relacionada con la estación del año.
Naturalmente, esta decoración va cambiando a lo largo del año, pero siempre tendrá relación con la época del año en la que nos encontramos. Es una pequeña “ventana” a la naturaleza que queda en el exterior de la casa, una pequeña representación del momento del año.
Asimismo, los dulces tradicionales wagashi también se ven muy influidos por la época del año. Con tan sólo mirarlos, uno es capaz de adivinar el mes del año en el que nos encontramos, porque tanto su diseño como los ingredientes que se usan para su elaboración están ligados a las distintas estaciones.
Un wagashi con forma de flor de cerezo nos traslada, irremediablemente, a la primavera. Y de la misma manera, un dulce con forma de carpa en un estanque nos presenta una imagen refrescante, perfecta para luchar contra el calor y la humedad del verano japonés.
Finalmente, en los poemas cortos haiku, por ejemplo, es habitual que se use una palabra «estacional», que coloca al lector en el paisaje de una estación en concreto. Por ejemplo, el pequeño ruiseñor uguisu y su canto son un símbolo de la primavera, mientras que la luna llena es una imagen típica del otoño.
Estas palabras estacionales, llamadas kigo, facilitan que el lector tenga cierta capacidad de sorprenderse y conmoverse, ese aware del que hablamos en otras ocasiones.
Podríamos seguir hablando de la influencia de las estaciones en los kimonos, en los grabados y en la gastronomía, por ejemplo. Porque, sin duda alguna, las estaciones marcan el ritmo de vida japonés e influyen en su día a día.
Este post es fruto de la colaboración con el blog de cultura japonesa Japonismo Texto y fotos: © Luis Rodríguez y Laura Tomás.