16/02/2022
Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, fundada por el emperador Octavio Augusto en el año 25 a. C. y creada para que los veteranos soldados de las legiones pudieran retirarse a un lugar maravilloso, Mérida, entonces Augusta Emerita, se ha ganado por derecho propio ser considerada la Roma de España.
Pasear por sus calles es un viaje en el tiempo. Resulta emocionante pensar que esas mismas calles empedradas, su circo o su impresionante anfiteatro, han vivido épocas de un esplendor del que, por suerte, nos han llegado tantos vestigios que no hace falta poner demasiada imaginación para entender la magia del Imperio Romano en nuestra geografía.
Su puente, que fue uno de los más largos del Imperio y se convirtió en importante nudo de comunicaciones, marcaría el trazado de la ciudad, que desde el principio fue amurallada y en la que tenían especial interés los edificios de espectáculos públicos, como el teatro, anfiteatro y circo, así como los foros, templos, termas o embalses. La historia dice que en la época de los visigodos también mantuvo su importancia, aunque sería la llegada de los árabes la que haría entrar en declive a la ciudad.
Calles, calzadas, cloacas, diques, acueductos, viviendas o necrópolis, no dejan lugar a dudas de la importancia que llegó a tener esta ciudad, de la que se llegó a pensar que podría convertirse en la cabeza de una nueva Hispania.
A MAYOR GLORIA DEL ENTRETENIMIENTO
El viaje que proponemos en inmersivo sin quererlo, porque no hace falta atrezzo para entender la grandeza de la ciudad. El Arco de Trajano, el Templo de Diana, el Teatro y Anfiteatro, su Festival de Teatro, el Circo, el puente, la Casa del Mitreo… En realidad, si alguien apareciese por las calles ataviado con túnicas blancas, no nos parecería extraño en absoluto.
El Teatro y el Anfiteatro son probablemente sus monumentos más conocidos y los que forman, junto al Circo, los edificios dedicados al entretenimiento de la época. El primero comenzó a construirse en el siglo 16 a.C. a instancias del cónsul Marco Vipsanio Agripa. Sufrió varias remodelaciones, la más importante data del principios del siglo II con Trajano como emperador, que es cuando se levantó la actual fachada o frente de escena. Hoy en día acoge el famoso Festival de Teatro durante el mes de agosto, una cita ineludible para sentirse como en la época. El Anfiteatro se inauguró en el siglo VIII y estaba destinado a las luchas de gladiadores y fieras.
El conjunto arqueológico también lo conforma el Circo, que debido a sus grandes dimensiones se encontraba fuera del recinto amurallado de la ciudad. Con un aforo para 30.000 espectadores, hacía las delicias de los que buscaban emociones fuertes con las carreras de bigas y cuadrigas.
UN PASADO GLORIOSO
Pero no solo de diversión vivían los romanos, aunque les gustaba disfrutar del tiempo libre. Son varias las construcciones que salpican la ciudad. El famoso (y dicen que mal llamado) Templo de Diana es uno de los pocos de carácter religioso que se conserva en bastante buen estado. Data del siglo I d.C. y fue erigido para consagrar al culto imperial y no a la diosa Diana. Tampoco podemos perdernos el Arco de Trajano, destinado a señalar la entrada a un recinto sagrado y de unos 15 metros de altura.
El acueducto llevaba el agua desde el embalse de Proserpina hasta la ciudad, salvando el río Abarregas. Mide 830 metros y alcanza 25 metros de altura. La Casa del Mitreo debe su nombre a que en las proximidades se encontraron restos de un santuario dedicado a Mitra, dios de la luz. Data del siglo II d.C., y se ven perfectamente el atrio, el peristilo y un mosaico. Y por supuesto el extraordinario trabajo de ingeniería que fue en su época el puente que cruza el Guadiana y que definió, como se dijo al principio, la distribución de la ciudad. Tiene una longitud de casi 800 metros, 60 vanos y fue construido a finales del siglo I a.C.
UNA MÉRIDA CONTEMPORÁNEA
Pero también existe una Mérida moderna, con construcciones de los siglos XVI hasta XVIII, años en los que fue administrada por la Orden de Santiago, y de ese tiempo tenemos la plaza del Rastro o distintos palacios, como el de los Vera Mendoza o del Conde de los Corbos.
Más posterior tenemos el puente de Hierro, inaugurado en 1883 como parte de la línea ferroviaria Mérida-Sevilla, la Casa Consistorial del año 1865 o el Mercado de Calatrava, de 1887. Y del pasado siglo XX, tenemos el Museo Nacional de Arte Romano, obra del arquitecto Rafael Moneo, la Escuela de Administración Pública, obra de Sáenz de Oiza, el puente de Lusitania de Santiago Calatrava, las Consejerías de la Junta de Extremadura en la Morería, del arquitecto Juan Navarro Baldeweg o el Palacio de Congresos y Exposiciones, obra de Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano y de la escultora Esther Pizarro. Está claro que Augusta Emerita tiene en su haber ejemplos de la arquitectura y cultura de todas las épocas.
Descubre este y otros destinos para escaparte esta primavera en España es mucho mundo.