02/12/2019
Los reservados “a medida” del mítico restaurante madrileño.
Salvador Dalí siempre comía con su mujer y musa, Gala en la que él consideraba su mesa; el cineasta francés Jean Cocteau dejó muchas caricaturas en los libros de firmas; Charlie Chaplin era cliente asiduo, así como Gina Lollobrigida, Sofia Loren, John Wayne, Burt Lancaster, el escritor Ernest Hemingway y muchas familias reales europeas que durante décadas han disfrutado de los salones privados de Horcher.
Si las paredes hablaran, contarían anécdotas de los 75 años de historia que se siguen escribiendo hoy en día bajo la batuta de Elizabeth Horcher, la cuarta generación al frente del mítico restaurante. Entre estos salones, Horcher Downstairs es el espacio más canalla, divertido e íntimo del mítico establecimiento madrileño, ya que cuenta con acceso directo, sin necesidad de recorrer los salones del restaurante. Horcher Downstairs es el reservado perfecto para organizar fiestas, conciertos privados, presentaciones, catas, lanzamientos de productos o reuniones por su capacidad de adaptación. Con capacidad para 30 personas, el espacio es totalmente personalizable y configurable según las necesidades del cliente. “Nos adaptamos totalmente a las necesidades del cliente: desde elegir el menú, a la decoración, la música… Aquí no existe nada estandarizado, todo el proceso lo hacemos de forma muy personal porque se trata de que el evento sea un diez. Horcher es una experiencia”, asegura Elisabeth Horcher, quien recomienda reservar el espacio con un mes de antelación.
Pero este no es el único reservado con el que cuenta Horcher. La recepción, con capacidad de hasta 10 personas, y El salón, situado en el fondo del restaurante y con disponibilidad para 22 personas, son los otros dos privados de Horcher, pensados para aquellos que acuden en busca de privacidad, calidad y excelencia en el servicio.
La autenticidad ha caracterizado a Horcher desde que abrió sus puertas frente a los jardines del Parque del Retiro desde el año 1943. Por esa razón, en este mítico espacio, hay cosas que no cambian. Así, de cocina, y siguiendo la esencia del recetario centroeuropeo, salen platos que funcionan milimétricamente en sala, ya que muchos de ellos se terminan de ejecutar en directo ante la atenta mirada del cliente con la obligación de adaptarse a él hasta conseguir su satisfacción absoluta. Una tradición, la de rematar el plato en mesa, que es casi imposible presenciar hoy en día.
La extensísima bodega de Horcher es un verdadero tesoro enológico dentro de Madrid, y es el lugar donde reposan vinos de añadas históricas que se enriquecen con la explicación y la sabiduría del sommelier Blas Benito, responsable también de que la coordinación entre sala y cocina sea tan espectacular como milimétrica.
Como apunta Elisabeth, actual motor de Horcher: ‘’el trato cercano es nuestra forma de ser acompañado siempre de un servicio excepcional que hoy en día está en vías de extinción’’. Así, con la honestidad de sus fogones por bandera y volcados en una tradición ajena a modas pasajeras Horcher sigue siendo una referencia atemporal abierta a todos aquellos que disfruten del buen comer y quieran sentirse simplemente especiales durante unas horas.