05/01/2022
Desconocida para muchos, la figura de Hilma af Klint es básica si se quiere entender el arte abstracto. Por eso, muestras como la que dedica el museo Guggenheim de Bilbao a mujeres que, como ella, hacen imposible entender la historia del arte, son básicas para poner su nombre en el lugar que merecen.
Con un enfoque cronológico y multidisciplinar, Mujeres de la abstracción presenta, a través del trabajo de más de un centenar de creadoras de todo el mundo, una reinterpretación sin precedentes de la historia de la abstracción. A partir de una enorme diversidad de voces, la exposición ofrece una visión amplia y compleja, poniendo de relieve las aportaciones específicas de cada una de estas creadoras, independientemente del reconocimiento que hubieran recibido hasta la fecha.
La muestra rinde también homenaje a algunas de las coleccionistas más influyentes del siglo XX, como Peggy Guggenheim o Hilla Rebay. Mujeres que supieron anticipar la importancia que la abstracción desempeñaría en la historia del arte e iniciar con este tipo de obras algunas de las colecciones más importantes del mundo.
Pero sin duda, uno de esos nombres nos parece que destaca, quizá porque su propia forma de entender ella misma su figura resulta entre conmovedora y quizá triste. Hilma af Klint, pintora sueca, puso el mundo de lo abstracto del revés cuando, allá por los años 80, se descubrió su figura y tenía firmadas obras abstractas seis años antes de que lo hiciera Kandinski, considerado el inventor de ese movimiento artístico.
Lo curioso de la historia es que ella estaba segura de que el mundo no estaba preparado para su arte siendo mujer, y en sus últimas voluntades dejó bien claro que sus obras no deberían ser expuestas hasta al menos 20 años después de su muerte, y no participó nunca en exposiciones ni movimientos. Murió en 1944 y la primera noticia que se tuvo de ella fue en 1986. ¿Merece o no la pena acercarse a ella a través de esta muestra?