04/06/2025
En el corazón de Arzignano, una ciudad industrial del norte de Italia, el Café Nazionale ha vuelto a abrir sus puertas tras una profunda transformación dirigida por el estudio AMAA – Collaborative Office for Research and Development. Lejos de una restauración convencional, el proyecto aborda el lugar como si fuera un palimpsesto urbano, un archivo vivo donde cada capa queda expuesta, reinterpretada y puesta en relación con las demás.
La intervención se inscribe en la columnata del antiguo Ayuntamiento decimonónico, conectando el espacio del café con la plaza de forma fluida y directa. El diseño no busca ocultar los estratos del tiempo, sino resaltarlos mediante una escenografía arquitectónica que recuerda a un teatro en constante movimiento. AMAA trabaja aquí con la idea de fragmento, transición y fondo escénico, abriendo el espacio a lecturas múltiples.
En la entrada, una puerta de hierro bruñido con mecanismo pivotante, rematada por una manilla en mármol serpentino verde diseñada por Nero/Alessandro Neretti, marca el inicio de un recorrido coreografiado. A un lado, la cocina de concepto abierto muestra el proceso culinario como parte de la escena; al otro, una escalera lleva al nivel superior, dispuesto como restaurante.En el interior, el salón principal aparece como una suma de elementos contrastados: un suelo de mosaico policromado, un techo artesonado de madera multilaminada diseñado para optimizar luz y acústica, y una pared de acero inoxidable plisado y perforado que funciona como telón teatral y filtro visual hacia el jardín interior. Detrás de este muro, los carteles temporales del artista Stefan Marx evocan los afiches de la Belle Époque, amplificando el carácter escenográfico del conjunto. Más allá, el vestíbulo actúa como espacio de mediación hacia un jardín de abedules, una especie de microcosmos natural, sereno y casi onírico que se siente como prolongación del interior.
El mobiliario, diseñado a medida por AMAA junto a Nero/Alessandro Neretti, combina referencias al subsuelo neoyorquino y al minimalismo de Donald Judd: bancos y mesas de madera que, sin embargo, se integran con ligereza en el entorno. Las piezas exteriores se extienden hacia la plaza, reforzando la vocación pública del espacio.
