06/08/2020
Existe en Andalucía una franja costera inmaculada. Un espacio protegido en el que las calas y las playas aún son vírgenes; y los pueblos, también. Un lugar en el que ser felices disfrutando del sol y el mar, pero también de la riqueza paisajística, ecológica y geológica: bienvenidos al Parque Natural Cabo de Gata-Níjar.
Entre Almería capital, Níjar y Carboneras se enmarca este parque terrestre de casi 40.000 hectáreas escoltado por escarpados acantilados y bañado por una reserva marina en donde la posidonia –el alga que mantiene limpio el Mediterráneo y le aporta ese color turquesa cristalino tan característico– sirve como refugio a una gran cantidad de especies submarinas.
También la fauna terrestre es singular en Cabo de Gata, ya que ha tenido que adaptarse a un terreno árido con escasa vegetación: musarañas, topillos, tejones y zorros, entre otros, comparten espacio con reptiles y anfibios, los verdaderos dueños del territorio.
Aunque de sus famosa salinas salen cada año toneladas de sal que servirán para sazonar nuestros platos, su verdadero valor no reside en los beneficios obtenidos de su explotación salinera, sino en las más de 100 especies de aves (incluido el flamenco rosa) que habitan estos humedales y los utilizan como lugar de descanso en su proceso migratorio.
Los pueblos
Aun siendo la población más grande de Cabo de Gata, San José no ha perdido ese aire de pueblo tranquilo en el que las casitas encaladas lo mismo se asoman al mar desde los acantilados, que se encaraman a las colinas para dejar unas vistas de infarto a la bahía. Es en la zona del puerto pesquero (antes del turismo, la pesca era su actividad principal) y junto a su pequeño paseo marítimo, donde se concentra la mayor parte de los restaurantes de la zona, especializados en pescados y arroces.
Luego están el bohemio pueblo de Las Negras, donde los pescadores no han dejado de faenar y los alemanes han encontrado su sitio (¡y vaya sitio!) en el mundo para escapar del frío centroeuropeo; la belleza casi inmaculada de Agua Amarga; la animada Carboneras y su isla de San Andrés, su Torre del Rayo y su faro en lo alto de la Mesa Roldán; la Isleta del Moro y el peñón que le da nombre; la Barriada de Cabo de Gata, la población más urbana por su cercanía con la capital, y Rodalquilar, un pueblo de interior enmarcado entre colinas conocido por su actividad minera pasada y, más recientemente, por el Jardín Botánico El Albardinal.
Las playas
Irás a la playa de los Muertos porque es una habitual en las listas de las mejores de España, pero más allá del interés mediático, acabará siendo una de las mejores de tu vida por todo lo que tiene que ofrecer: un extenso arenal bañado por un mar azul intenso, perfecto para el baño por su abrupto desnivel al entrar al agua, que la convierte prácticamente en una piscina natural. Y si quieres más privacidad, justo al lado encontrarás las calas del Peñón Cortado y de las Salinicas.
No se queda atrás en belleza salvaje la de los Genoveses, una playa virgen de arena dorada enmarcada en una bahía y rodeada de dunas en el paraje del Campillo del Genovés. Verás a gente mar adentro practicando esnórquel entre las praderas de posidonia, sin embargo, el deporte más popular en ella es el windsurf, ya que es la manera más divertida de aprovechar una jornada estival cuando Levante le pega fuerte.
Aunque no es oficialmente nudista, encontrarás bañistas naturistas en su parte norte, al igual que ocurre en el sur del Playazo de Rodalquilar, el arenal custodiado por el Castillo de San Ramón desde el siglo XVIII.
Recuerda que el acceso a la playa de los Genoveses está restringido para evitar la masificación (existe un cupo diario de coches); también en la playa de Mónsul, la que mejor refleja el origen volcánico del parque, debido a las intrincadas formaciones de lava que la rodean. La reconocerás al instante por su gran roca, llamada la Peineta de Mónsul, pues seguro la recordarás de películas como ‘Indiana Jones y La última Cruzada’, ‘El viento y el León’ o ‘La Historia Interminable’. No te vayas sin subir a la Duna de Mónsul para disfrutar de las vistas.
La playa de las Salinas, con su iglesia, su faro y sus marismas, es de visita obligada y las de los núcleos urbanos, como la de Las Negras, San José o Agua Amarga, son perfectas para esos días en los que no apetece coger el coche.