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ESPAÑA ES MUCHO MUNDO: LA MAGIA DEL BOSQUE

19/02/2022

El territorio más malditamente salvaje de los Pirineos.

Así describía Ernest Hemingway la Selva de Irati y todo lo que rodea este maravilloso hayedo, el segundo más grande de Europa después de la Selva Negra de Alemania. Y cuando le preguntaban al premio Nobel decía que siempre que se acordaba de Irati se le erizaba el cabello. “Aquí, en el corazón de la espesura, espero a que Basajuan, Señor del Bosque, acuda a saludarme”. Y es que la Selva de Irati es naturaleza salvaje y virgen en estado puro, es ancestros y tradiciones, historia y paisaje, es un lugar mágico a caballo entre dos países que esconde, entre las hojas de sus árboles, un sinfín de rincones y lugares por descubrir.

Para ser exactos hay que hablar de hayedo-abetal, y abarca una extensión de unas 17 mil hectáreas que se mantienen en estado casi virgen. Está ubicada en el Pirineo oriental navarro y es un auténtico tesoro de enorme valor ecológico donde encontramos las reservas naturales de Mendilatz y Tristuibartea, así como la reserva integral de Lizardoia.

Aunque se han llevado a cabo actividades forestales, todo ha sido siempre de forma controlada y se conserva prácticamente en su estado primitivo, pero el bosque se ha ido transformando y hoy podemos ver, junto a las hayas y abetos, tilos, avellanos, sauces, arces, boj, enebro, helechos, líquenes, musgos y algún roble que nos recuerda que una vez fue el auténtico rey de esta selva. Esta enorme variedad hace que la gama cromática que nos regala el paisaje haya sido comparada con el momiji japonés, el arce del país que va cambiando de tonalidad. Pero lo cierto es que no hay color, y nunca mejor dicho.

 

DOS ACCESOS, MIL CAMINOS

Para entrar en la Selva de Irati hay dos accesos, uno por el lado occidental, desde el pueblo de Orbaizeta, y por otro por la parte oriental en Ochagavía, donde además se encuentra el Centro de Interpretación, un buen punto de partida para informarse y saber dónde nos estamos metiendo (en el mejor de los sentidos). Este último es ese típico pueblo de montaña rodeado de naturaleza en el que el tiempo parece detenerse y cuya vida parece discurrir tranquila entre las confluencias del río Zatoya y Anduña, creando el Salazar. Dicen que es la localidad más bonita de Navarra, y no hay instagramer que se resista a fotografiar sus rincones.

Los 200 habitantes de Orbaizeta están acostumbrados a los visitantes, que eligen su pueblo, además de para entrar en Irati, para visitar algunos de los restos megalíticos de la zona y llevarse en la retina una fabulosa panorámica del valle y del río Irati.

Explorar y conocer la Selva de Irati es toda una aventura, y ofrece diversas posibilidades de disfrutar del entorno, pudiendo dar paseos, hacer senderismo y travesías a pie o en BTT, aptos para todas las edades, ascensiones montañeras para los más aventureros y, si lo tuyo son los deportes de invierno, las raquetas o el esquí de fondo serán tus actividades preferidas.

El valle de Salazar, el de Aezkoa en la parte de Navarra y otros recorridos por los valles de Cize y Soule ya en la parte francesa, nos sumergerán en paisajes espectaculares y todo tipo de rutas, desde cinco kilómetros –para hacerlas tranquilamente en familia– hasta de 20 kilómetros para excursionistas avanzados.

Destaca la ruta al mirador de Zamariain, la cueva de Arpea, la vuelta al pantano en la zona del valle de Aezkoa, la ruta de Gartxot y el paseo de los sentidos en la zona del valle de Salazar. Y no podemos olvidarnos de las espectaculares gargantas de Kakuera o el puente colgante de Holtzarte, en el lado francés de Irati.

 

UN LUGAR EN LA HISTORIA

Hay (seguimos con él), también decía que Irati era el último bosque medieval de Europa, y es que claro, por su privilegiada situación, también la historia ha transcurrido entre sus árboles. Por muchas razones. Una de ellas es porque discurre parte del Camino Francés, el más transitado de los caminos jacobeoemingws y que comienza en Roncesvalles, otro de esos pueblos mágicos. Otra, de las más contadas y cantadas, es el trágico descalabro del ejército de Carlomagno en el año 778 cuando se retiraba después de perder Zaragoza.

Entre trincheras y fortificaciones, hay recorridos que nos conducirán por conflictos bélicos, como la Ruta Wellington y sus vestigios de las guerras de la Convención y la Independencia, o los que nos llevarán hasta la Línea P, la barrera defensiva franquista que sembró el Pirineo de búnkeres acabada la Guerra Civil.

Y cuando salgamos de la Selva de Irati pero no estemos dispuestos a abandonar el paisaje y el entorno, entonces, lo mejor es perderse por sus pueblitos de casas alienadas en torno a una sola calle, como Argizarigilearena, Etxezuri, Txikipolit, Porkatxo… Porque todo lo que rodea a Irati es mágico.

Descubre este y otros destinos para escaparte esta primavera en España es mucho mundo.